Una de tantas lecciones que nos deja el error en el costa concordia.






Una de tantas lecciones que nos deja el error en el costa concordia.


El capitán, el mero mero, tomó una mala decisión pero no solo él es el culpable sino que su equipo que le rodea en la línea de mando, todos y cada uno de ellos que supongo se verán muy elegantes con esos trajes llenos de brillantes galardones dorados sobre el azul marino del uniforme, pero el hábito no hace al monje, no tuvieron las agallas, por no decirlo de otra manera y dejar esto apto para todo público, para enfrentarlo, para decirle que reflexione sobre la muy arriesgada decisión de cambiar la ruta establecida.

Cambiar es bueno pero cuando el barco es grande, como una grande empresa, las decisiones no se deben tomar tan a la ligera y se debe de contar con la certeza de que es muy pero muy escaza la probabilidad de fracaso. Se tomó la decisión de cambiar la ruta sin contar con suficientes datos de que la ruta es segura, y mira que no es mucha información la que deberían de tener, tan solo la profundidad para que el barco no encalle que fue lo que sucedió.

Un pequeño cambio de ruta a última hora, a final de cuentas esa fue la mala decisión, y pior aún (peor que peor) ya que fue por un capricho. Pero los que deberían de vigilar por el bien de la empresa, le siguieron la corriente al manda más, o se hicieron ojo de hormiga, o se hicieron patos pero de todos modos son cómplices de la mala decisión, ahora convertida en una gran tragedia.

Entiendo que en la jerarquía de la línea de mando existe una opción para relevar al capitán del mando, y de alguna manera o están mal las políticas para hacer esto o las personas que rodean al capitán no están debidamente entrenadas.

Esto ahora también hace cómplice al departamento de recursos humanos por dejar en altos puestos a personas no aptas, que en vez de hacer frente con eficacia, dejaron que el capitán se hunda solo, en su mala decisión.

El principio de Peter bien podría ser la lección, como también la lambisconería de los altos ejecutivos que rodean al capitán, esos ejecutivos de angora que deben sus posiciones por darle coba al jefe, más que por sus buenos resultados en las decisiones tomadas. Hay que tenerles miedo a esos ejecutivos que mantienen sus altas posiciones porque saben dar muy buenas explicaciones a los malos resultados.

De alguna manera hay que detectarlos y darlos de baja, y no ha de ser tarea fácil porque tal vez en forma inconsciente estos ejecutivos son como astutos zorros que hacen lo que hacen por instinto de sobrevivencia más que por inteligencia, son así por mantener su trabajo más que por el bien de la empresa. En el fondo no son malos, sólo son pen… dejo la palabra para que usted los califique. Dios nos libre de estos sonsos cuando tienen poder.

El ego es bueno cuando tiene casa chica y deja que la persona enmiende sus errores y aprenda la lección, pero cuando el ego ya es una mansión no será fácil que admita sus errores y siempre tendrá una muy buena y muy astuta explicación del porque no está en él la mala decisión, sino en las circunstancias que son las culpables de que su decisión no produjera los resultados esperados, esas impresionantes cifras que alardeo para ganar la complacencia y la palmada del jefe frente a los demás altos ejecutivos.

A los directores, altos ejecutivos de grandes empresas. Ustedes son los directores de un gran barco como el costa concordia. Cómo detectar que no tienen este círculo vicioso con sus subalternos, esta nefasta relación que en la política hace que el de arriba se las crea todas, hasta llegar a la exageración de creer que no hay acarreados y que toda esa gente asistió por decisión propia a recibir su discurso siendo que él, que ahora es alto jefe en su momento también se ocupó de imponer o comprar las voluntades de los pobres. A un hambriento no se le puede hablar más que en términos de pan.

Si usted es directivo le recomiendo que realice un simulacro de evacuación, que simule una situación de emergencia para detectar a los que no tienen los tamaños de ocupar el puesto que ocupan, a esos que tienen más interés es agradarle, en darle coba, que en ayudar a mantenerlo en su sano juicio. Es muy fácil, sin anticipar nada, tome usted una mala decisión, es adrede a propósito, déjela correr en esa junta y una vez que se haga la confrontación, usted sabrá de qué ejecutivos sí puede confiar sus espaldas y a quienes más vale dejarlos ir con la competencia.

Lo realmente funesto sería que usted ya tenga en su equipo a uno o varios ejecutivos que su competencia dejó ir por este tipo de audacia perniciosa.



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