En Gastos Médicos el intento de fraude no solo no es castigado sino que a veces hasta socialmente premiado.
(Segunda
parte. Qué pasa con Gastos Médicos o en el pecado llevan la penitencia.)
Con pena ajena debo plasmar la
realidad de la idiosincrasia mexicana, en parte heredada y en parte aprendida socialmente.
De lo que sigue no me incluyo, al contrario me desligo
por completo, pero no por ello me libero de ser percibido en el panorama
general donde se percibe al mexicano por tratar de ser ventajoso, picudo,
aunque esto implique que se hayan transgredido los límites de la ética, la
honestidad, este es el problema de fondo, la ética, la honestidad que es un
factor muy objetivo, no es de apreciación ni subjetivo, es muy claro cuando se transa.
Dar kilos y litros de menos es
usual, el comerciante lo atribuye a desgasto y el consumidor a medidas
intencionales. Todos hemos sido víctimas de litros de menos al cargar gasolina
al grado que tenemos nuestras preferencias por tal o cual distribuidora, es un
sentimiento de haber sido o estar siendo estafado, defraudado, porque no es tan
sencillo probar haber sido víctima. Ni modo que cargue con botes de 20 litros
para verificar que me surten lo que me cobran. Se supone que hay inspectores,
pero ¿también son picudos?
Este invierno que terminó hice la
prueba con un tanque de gas con capacidad de 10 kilos. Me llevé una pequeña
pesa que utilizo al viajar para no tener sorpresas al entregar las maletas en
los aeropuertos. Con mi tanque de gas lo pesé vacío, se la llama tara, me dio
9.8 Kilos, por lo que esperaba que el peso bruto fuera de 19.8 Kg. Llegó el
despachador, le solicité tanque lleno, especifiqué 10 kilos de gas y me entrega
el tanque supuestamente lleno y procede a cobrarme.
Cuando se percató que
llevaba una pesa me preguntó – ¿me dijo 5 Kilos?- a lo que le respondí solicitando
el tanque para pesarlo, que le pedí 10 Kg
-es que le escuché 5 Kg.- me respondió y le ordené casi le exigí me
diera el tanque antes de regresar a llenarlo, pesaba 16 Kg cuando debería de
pesar 19.8 Kg faltan casi 4 Kg. –es que le escuché 5 Kg. ahorita mismo se lo
lleno- respondió nuevamente. Mira que picudo me saliste ($#@?%& dije para
mis adentros) como la gente no trae manera de verificar, te los friegas a todos
–nomás a los que se dejan patrón- fue su respuesta.
Dos o tres semanas después
realicé lo mismo, me tocó otro despachador y la práctica fraudulenta se repitió
nuevamente. Así, cada que me toca despachador nuevo, en el 100% de las veces me
han tratado de robar.
Ahora ya me conocen y de todos modos peso el tanque antes
y después, cosa que no les agrada mucho sobre todo cuando hay otros clientes y
se percatan de mi proceder –me presta su pesa- a lo que accedo con gusto.
La ocasión más reciente salía un
cliente con dos tanques iguales al mío y al ver que yo sacaba mi pesa me indicó
con la mirada con gesto de extrañeza como que, qué desconfiado que no era
necesario, yo solo sonreí –pobre pendejo- me dije para mis adentros, te están
dando 40% de menos.
Esto mismo sucede en los
hospitales, más horas de sala de cirugía, más horas de sala de recuperación, te
dan medicina genérica y te cobran la de patente, el médico autoriza la salida despues de la hora o el hospital la procesa tarde para que se cobre un día extra, te incluyen en la cuenta
suministros de más o que sencillamente no se utilizaron, pero esto no solo está
del lado de los proveedores, también es una práctica entre los
consumidores, el intento de fraude, que al cavo si no funciona “no pasa nada”
no es castigado y así llegamos al extremo de hacer que un menor que no tiene
seguro, pase por el primo que sí tiene seguro.
Tampoco es exclusivo del sector
salud, es por todos conocido que en nuestro país se requiere de la figura del
ajustador en los siniestros de autos, mientras que en países de primer mundo
esta figura no existe ¿por qué aquí sí se requiere y allá no?
Porque aquí somos picudos, porque
aquí es difícil que el causante acepte su culpa, porque aquí es frecuente que
se simule la colisión, para que el auto asegurado se haga pasar como el causante
y responsable del daño que ocasionó un auto sin seguro.
Esta práctica nos está costando
mucho a todos, en el pecado llevamos la penitencia.
Este fin de semana asistí a una
despedida de soltero de uno de mis ahijados políticos, se casa con mi sobrina
dentro de algunos meses. Para mí es nuevo esto de que el padre y suegro le
hagan despedida de soltero al novio, por lo que pregunté la usanza y me entero
que es de aportación, de sobre o de botella, es una reunión informal para que
el novio se haga de recursos. La comida estupenda, un lechón para abrir el
apetito y dos borregos a la griega, éramos como 80 personas. Los papás pagan la
reunión y el chamaco colecta recursos, pero bueno, usos y costumbres.
Compartí la mesa con algunos
conocidos y otros desconocidos. Entre los conocidos me encontré a un agente de
seguros, es de segunda generación, es hijo de agente de seguros, que tenía
muchos años de no verlo, por lo que me dio mucho gusto saludarlo y ponernos al
tanto de nuestras vidas.
Al entrar en materia de este blog y en específico del
punto en esta ocasión, compartimos el tema
y no resultó ni ser sorpresa de algunos y menos pena para otros, el
problema de que socialmente es hasta bien visto el hecho de que alguien le haga
o intente hacer una transa a una compañía de seguros para que pague, el problema
es que es socialmente aceptado, como que el que la cuenta hasta muy orondo lo
platica.
Total si no funcionó en intento
de robo, no pasa nada, como no hay castigo y el premio puede ser grande cuando
funciona, ahí está la raíz del problema, falta de autoridad.
Prácticamente todos en la mesa
nos contaron anécdotas “del primo de un amigo” que realizó un fraude, hay que
llamarlo por su nombre (digamos las cosas como son), es un fraude, robo, tranza
y esto nos está costando a todos.
Somos un país en desarrollo, una economía
emergente, no somos tercer mundo ni somos primer mundo (entonces seremos
segundo mundo) y actualmente convivimos mexicanos de primer mundo con mexicanos
tercermundistas, a estos últimos los identificas en el tráfico, en la fila, en
los estacionamientos, en los restaurantes, casi en todos lados, pero también se
ven a los mexicanos de primer mundo aquí mismo no solo en el extranjero.
Hay que poner nuestro granito de
arena, dejar de comprar piratería, no ser partícipes del soborno, la mordida, la
corrupción en todas sus facetas, que es en gran medida nuestro mayor freno.
Debemos denunciar las malas prácticas y esperemos que la autoridad, incluyendo
a los directivos de los hospitales y de las compañías de seguros, tengan la
voluntad de empezar a poner freno. Concluyo repitiendo la raíz del problema; no
hay castigo y el premio es grande cuando funciona.
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